Déjame acompañarte hasta tu altura
sin rencores que aplasten nuestro ánimo.
Déjame sentirme dueño
de copas que viajan vagabundas.
Déjame ser quien soy
y llora conmigo este momento.
Déjame enredarme alcoholizado
en la neblina del futuro.
Déjame ser tu sombra en mi huida
cuando caiga la noche sin motivo.
Déjame agrandar nuestro espacio
y que el sueño abra su cortina invisible.
Déjame simplemente un ápice de silencio
para terminar este poema que no muere.
Déjalos que se sientan hombres grandes
porcelanas rotas y perfumes intensos
para que el pudor los invada
y dejen sus monedas.
Que se besen a escondidas,
que el orgullo sea rutina
sobre los fríos salones
y sus monedas.
Déjalos que finjan ser humanos
que compartan penas que no sienten.
Déjame simplemente un ápice de silencio
para terminar este poema que no muere.
No me dejes,
no me dejes en la parte trasera
todo tú va
tan cabalgando hacia fuera.
Letra:Jesús Cumpián
Música: Fernando Cumpián
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