El alma del grupo

El alma del grupo
El algarrobo te mira desde las pieles percutidas en el desierto de un alba, un sólo planeta caído de los pentagramas... Los cipreses te enseñan caminos de brisas y plenilunios, ánforas del tiempo y caracolas del silencio, y la cafetera da la hora entre sombras de olivos, monte abajo el ritmo ácido del limonero frente a la estátua que amanece sola entre semillas y ciclos. Y tú, asido a los silencios, siembras misterios y raíces esperando con el mirlo la llegada de la luz que brota de la tierra.

sábado, 5 de noviembre de 2011

SÚPLICA

Déjame acompañarte hasta tu altura
sin rencores que aplasten nuestro ánimo.
Déjame sentirme dueño
de copas que viajan vagabundas.
Déjame ser quien soy
y llora conmigo este momento.
Déjame enredarme alcoholizado
en la neblina del futuro.
Déjame ser tu sombra en mi huida
cuando caiga la noche sin motivo.
Déjame agrandar nuestro espacio
y que el sueño abra su cortina invisible.
Déjame simplemente un ápice de silencio
para terminar este poema que no muere.
Déjalos que se sientan hombres grandes
porcelanas rotas y perfumes intensos
para que el pudor los invada
y dejen sus monedas.
Que se besen a escondidas,
que el orgullo sea rutina
sobre los fríos salones
y sus monedas.
Déjalos que finjan ser humanos
que compartan penas que no sienten.
Déjame simplemente un ápice de silencio
para terminar este poema que no muere.

No me dejes,
no me dejes en la parte trasera
todo tú va
tan cabalgando hacia fuera.




Letra:Jesús Cumpián
Música: Fernando Cumpián