El algarrobo te mira desde las pieles percutidas en el desierto de un alba, un sólo planeta caído de los pentagramas... Los cipreses te enseñan caminos de brisas y plenilunios, ánforas del tiempo y caracolas del silencio, y la cafetera da la hora entre sombras de olivos, monte abajo el ritmo ácido del limonero frente a la estátua que amanece sola entre semillas y ciclos. Y tú, asido a los silencios, siembras misterios y raíces esperando con el mirlo la llegada de la luz que brota de la tierra.